lunes, 9 de abril de 2012

Las lágrimas también pueden ser de felicidad



Te das cuenta de cuánto quieres a una persona cuando la primera noche que pasáis separados ya la echas de menos.
Separados no en el sentido de cada uno en su casa, sino con unos cuantos kilómetros de por medio. Y además sabiendo que tan sólo será por dos escasas semanas. Pero aún así le echas de menos.

Y no puedes evitar esas lágrimas, ni esa sonrisa tonta al pensarlo, y de nuevo más lágrimas. Lágrimas que son de felicidad, de amor. Y te quedas dormida pensando qué estará haciendo y si en este instante él también estará pensando en ti.

Entonces cierras los ojos y lo ves: abrazándote fuerte, besándote suave, acariciándote lento. Y sonríes una vez para acto seguido cerrar los ojos y caer rendida.

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